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La plaza cubierta, el último edificio de Calatrava para la Ciudad de las Ciencias, se pone a prueba para el Open de Tenis - L'Hemisfèric, el Palau de les Arts y el puente de l'Assut también se abrieron sin estar acabados
HORTENSIA GARCÍA VALENCIA
Tres años y medio después de que arrancaran las obras, el Ágora abrirá mañana al público sus puertas para acoger el Open de Tenis Valencia, un evento deportivo y social que reunirá a los mejores del tenis mundial. Será de forma provisional. El día 8, la plaza cubierta con forma elíptica y 85 metros de altura volverá a cerrarse para acabar la obra. La provisionalidad, como los modificados de obra y sobrecostes, ha sido una constante en los seis espacios -hay uno más en proyecto- diseñados por Santiago Calatrava para la Ciudad de las Ciencias. La plaza cubierta forrada con pequeñas piezas de cerámica ("trencadís") de color azul cobalto destacará visualmente entre el resto de edificios, predominantemente, blancos.
Este nuevo contenedor de utilidad aún difusa se presentó en 2004 como complemento de los cuatro rascacielos helicoidales -luego se quedaron en tres- que debían poner el broche de oro, el remate final, al complejo cultural y de ocio formado por l'Hemisfèric, l'Umbracle, el Museo de las Ciencias, l'Oceanogràfic (el único que no lleva el sello de Calatrava), el Palau de les Arts y el puente de l'Assut de l'Or. Los rascacielos siguen en espera de inversores.
El Ágora, una obra que Calatrava puso a la altura de la Lonja de Valencia, declarada Patrimonio de la Humanidad, ha pasado numerosas vicisitudes. Fue poner la primera piedra en junio de 2006 y la obra -que por deseo de Camps debía estar acabada en 2007 para entregar allí el trofeo de la 32 Copa del América- sufrió un primer parón. Su complejidad técnica hizo necesario contratar a una ingeniería especializada para ordenar el rompecabezas de piezas.
La irrupción de la plaza cubierta entre el Museo de las Ciencias y l'Oceanogràfic obligó a recalcular espacios y retrasó la construcción del puente de l'Assut de l'Or, una infraestructura viaria básica para completar la circunvalación urbana de Valencia.
El Ágora vio pasar la Copa con la estructura a medio hacer. Presidencia recondujo entonces los objetivos y anunció que el espacio albergaría este año el Open de Tenis. El edificio empezó a tomar forma. Sin embargo, los plazos han vuelto a echarse encima, lo que ha obligado a la empresa pública Cacsa a abrir el Ágora de manera provisional para el Open y después volverlo a cerrar para acabarlo.
Faltan partes por hacer como las dos alas que rematan el edificio y que harán las veces de regulador de luz. Las empresas adjudicatarias (Lubasa, Cyes y Rover Alcisa), trabajan a destajo en el acondicionamiento del edificio que deberá abrir sí o sí mañana para las eliminatorias de la competición de tenis. El precio será algún que otro acabado chapucero como los plásticos que se han colocado para proteger del agua o el sol las juntas recién selladas de la cubierta. También hubo que corregir la inclinación de las gradas para adaptarlas a la forma elíptica del edificio. Incluso los cuartos de baño dieron quebraderos de cabeza porque se pensaron para un aforo de 5.000 personas que se superará con el Open. Calatrava quiso, pero finalmente no pudo, modificar el proyecto para hacer más váteres.
El Ágora no ha sido el único edificio inaugurado antes de tiempo por imperativo de los políticos. Zaplana abrió l'Hemisfèric cuando los obreros seguían trabajando en la cubierta y los cerramientos acristalados. El Palau de les Arts se inauguró parcialmente en octubre de 2005 y se volvió a cerrar para completar la obra. El puente de l'Assut de l'Or también se pre inauguró para dar servicio en el Gran Premio de F1 y después se clausuró para rematarlo.
El proyecto de la Ciudad de las Ciencias con el que se ofrecería al mundo una imagen vanguardista y renovada de Valencia fue idea del gobierno autonómico de Lerma (PSPV). Las modificaciones introducidas con la llegada del PP a la Generalitat incrementaron el presupuesto hasta los 300 millones de euros. El coste real va ya por los 1.300 millones, según el IVIE.
Las críticas por el despilfarro en proyectos faraónicos y grandes fastos le han llovido al Consell, que, ajeno a todo, defiende su "rentabilidad social". La Ciudad de las Ciencias generó en 2007 unos ingresos por turismo superiores a los 200 millones de euros. Una encuesta realizada por la Universitat de València sobre el grado de valoración ciudadana de la política de grandes eventos del PP revela que, aún en plena crisis económica, 8 de cada 10 valencianos la apoya. La explicación sociológica es que fomentan la autoestima colectiva.
